Una persona de interés

POR EMILY GARDNER FOPPE

La siguiente historia revela cómo, a causa del miedo y la confusión, Emily eludió de manera deliberada un encuentro con una “persona de interés”. Había perdido una oportunidad para tocar a esta persona con el poder del amor incondicional de Dios. No obstante, Jesús se acercó y redimió la decepción que estaba sintiendo en su interior. Esto sucedió cuando el Espíritu Santo activó la imaginación “sagrada” en ella para que creara una visión redentora e intercesora. Dios le confirmó recientemente a Emily la verdad de lo que contempló en su visión: el poder del amor redentor de Dios es de hecho y, en definitiva, “la fuerza” que lo transforma todo. Esta es su historia:

Por ponerlo de una manera sutil, si se entiende lo que quiero decir, el otro día vi a un hombre vestido de mujer en el supermercado Sprouts.

Fue un suceso oportuno, ya que he estado pensando durante semanas en el amor apasionado e intenso de Dios - y en cómo esta frecuencia de amor, la más poderosa del universo, es lo único que realmente puede alterar el rumbo de la vida de una persona, transformar su mente o remover sus faltas. Incluyendo las mías propias.

Esto es lo que he aprendido: Cuando yo comprendo, en aquella parte de mi ser que más comprende, que mi espíritu está “unido” al Espíritu de Dios - y que mi corazón y Su corazón se hallan completamente entrelazados - esta misma fuerza de amor apasionada y poderosa se derrama a través de mí. La realidad, con frecuencia olvidada, es que esta fuerza de amor transforma todo lo que toca.

Este es el amor que Jesús emanó en el encuentro que tuvo con la mujer en el pozo. (Según se ha establecido, los judíos no debían relacionarse con los samaritanos, especialmente con las mujeres, pero, de todos modos, Él lo hizo).  La mujer se sintió tan abrumada por Su amor que dejó atrás su cántaro de agua al igual que su cuestionable estilo de vida. (Juan, Capítulo 4)

Es el mismo amor que provino de la boca de Jesús cuando dijo: “¡Lázaro, sal!”. Así es, el amor de Dios sacó literalmente de la tumba a este hombre ya tocado por la muerte - ¡con sus ropas sepulcrales aún intactas! (Juan, Capítulo 11)

Y, por supuesto, este es el mismo Amor exorbitante que sacrificó a un Hijo para que los portadores de Su imagen, tales como tú y como yo, pudiéramos caminar en “rectitud” y en libertad. (Puedes descargar el “Cuadro de Actitudes Correctas/Incorrectas”, una ayuda adicional al libro Invite Jesus into Your Traumatic Memories (Invita a Jesús a tus recuerdos traumáticos).

Ahora, retomo nuevamente el momento con la ‘persona de interés’ en el supermercado Sprouts. Había visto a esta persona un poco antes, en la sección de carnes. Y había estado pensando todo el tiempo en ella, en lo que podría decirle. Sabía que tenía que decir algo. ¿Pero, qué?

No podía pensar. Me sentía en conflicto. Confundida. He bendecido a personas en otras tiendas antes, muchas veces. Sin embargo, este individuo era diferente.

O, ¿era ‘ella’?

Giré en una esquina cerca de donde estaban las verduras y las frutas. Allí estaba ella, escogiendo algunas manzanas, prácticamente llenando su carro de mercado con los mismos artículos que yo había puesto en el mío. Pasé de largo, pretendiendo que observaba las batatas, intentando no mirarle fijamente.

Se trataba tan sólo de un día normal en el supermercado.

Entonces Dios me dijo: “Él es igual que tú, hecho a Mi imagen y semejanza. Cuerpo. Alma. Espíritu. Pero su espíritu se halla atrapado, cubierto por completo, por una red de mentiras. Su alma herida grita en busca de atención porque se encuentra desesperada, asfixiada, clamando por ayuda. Pero, en verdad, nadie se da cuenta. En realidad, a nadie le importa”.

Quería acercarme a este hombre y darle un gran abrazo. Y, de paso, abofetear al enemigo en la cara.

En vez de esto, giré de manera abrupta para dirigirme a otro pasillo. ¿Por qué me aparté? ¡Necesitaba decirle que existe esperanza en un buen futuro!  ¡Necesitaba decirle que Dios le ama demasiado!

Pensé en dar la vuelta y regresar, pero sólo llegué hasta ahí.

Lo confieso. Salí velozmente de la tienda poco después, lamentándome: “Señor, ¡podría haberte invitado a que vinieras! ¡Me habrías dicho justo lo que tenía que decir!”

En casa, horas más tarde, seguía sintiéndome decepcionada ya que mi cobardía, mi indecisión y mi falta de sabiduría se habían interpuesto en el camino, despistándome e impidiéndome tener un encuentro con aquella alma atribulada.

“¡Jesús, ven!” Necesitaba redimir mis sentimientos de decepción y fracaso.

Cerré mis ojos e imaginé que Jesús estaba allí, de pie conmigo; Él se llevaba mi cobardía, mi indecisión e ineptitud, mi angustia mental, mi fracaso. Sentí Su presencia amorosa y Su paciencia, tal como siempre las siento. Entonces sobrevino un torrente de alivio, de verdadera paz, de shalom.

De repente, me encontraba de nuevo en Sprouts, parada cerca de la persona que describí anteriormente. Y él estaba ahí de nuevo, colocando sus manzanas en el carro de mercado. Pero esta vez, algo en mí había cambiado. Ahora mi corazón se hallaba rebosante de una compasión que no podía contener. Me acerqué a paso largo, le miré a los ojos y le dije: “Espero que esto no le avergüence. Pero me siento impulsada a decirle que…le amo. Le amo. Eso es todo. Sólo quería que supiera que existe amor para usted”.

En mi imaginación “sagrada”, el mismo hombre que había visto antes, exageradamente maquillado, claramente con senos y escasamente vestido, se encontraba conmovido. No dijo nada. Se limitó a juntar sus manos y a llevarlas sobre su corazón. Una lágrima se formó en uno de sus ojos. La lágrima rodó y manchó uno de los dos grandes triángulos negros que tenía pintados en las esquinas de ambos ojos.

Extendí mis manos. “Le bendigo en nombre de Aquel que le ha amado desde antes de la fundación del mundo, en nombre de Aquel que es amor”.

“¿Quién?” fue la respuesta sencilla del hombre.

“Él se encuentra aquí mismo. Es Jesús”.

En ese momento vino Jesús; y Él se situó entre nosotros. Entonces extendió Su mano y tocó al hombre, llamándolo por su nombre. Sobrevinieron lágrimas incontrolables de alivio. Jesús lo tomó en Sus brazos y lo consoló.

Unos segundos más tarde, sus imágenes se fusionaron, y luego se desvanecieron de los ojos de mi mente.

“… [el amor] todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…” (1 Corintios 13:7-8a LBLA).

“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Juan 4:7 LBLA).

Lee aquí el artículo y/o mira el video que confirma lo que Dios le mostró a Emily sobre Su amor incondicional. (Un ex-satanista da su testimonio de cómo Jesús apareció ante él en una visión - una semana después de que una mujer cristiana en el trabajo se desviviera por mostrarle el amor incondicional de Dios. Él supo que este Jesús era real cuando reconoció la fuerza de Su amor. La energía que había sentido cuando la mujer lo abrazó una semana antes era la “misma” que estaba sintiendo ahora. ¡Estas dos experiencias consecutivas lo sobrecogieron en modo tal que su vida cambió de forma inmediata!).

En sus obras, la autora Emily Gardner Foppe guía a las personas para que “intercambien” sus pensamientos, sentimientos y emociones ‘incorrectos’ por aquellos que son ‘correctos’. Su libro, Invite Jesus into Your Traumatic Memories (Invita a Jesús a tus recuerdos traumáticos), examina el uso de la imaginación sagrada para ayudar a aquellas personas cuyas vidas han sido heridas a comprometerse con el Dios que las creo – Aquel Dios que las ama, Aquel Dios que quiere ver cómo sus “divisiones” reciben sanación para que así sus vidas recobren la plenitud.